Lo mío no es volar

En el post En el último momento, describí mi peripecia para conseguir enlazar en el aeropuerto de Barajas al vuelo que me traería a Quito. Sude la camiseta por todo Barajas para alcanzar la puerta de embarque desde la T4 hasta la TS4.

Pues bien, la vuelta a España en mi primera visita desde que estoy en Ecuador no ha sido mucho menos caótica, problemática y estresante.

Debido al tráfico caótico e imprevisible de Quito, hay que salir hacia el aeropuerto con bastante tiempo de antelación por si encuentras algún atasco considerable por el  camino. Así que ese día llegué con casi 3 horas al aeropuerto. Nada más llegar ya no noté que algo no era normal. Mi vuelo a Madrid no aparecía en el panel de información de salidas. Pero bueno, me dirigí al mostrador de facturación de Iberia y allí empezó mi pesadilla. El vuelo tenía un retraso de casi 4 horas porque el avión que tenía que llegar había salido con ese retraso desde Madrid! Mi primer pensamiento fue en el vuelo que tenía que enlazar en Barajas con destino a Valencia a las 16:10 h. del día siguiente. Si aquí salíamos con 4 horas de retraso, era imposible que enlazara con mi vuelo en Valencia.

Tarjetas de embarque electrónicas originales

Tarjetas de embarque electrónicas originales

Al ir a facturar lo comenté y me dijeron que no me preocupara que ya me habían asignado un nuevo vuelo a Valencia… ¡A las 22:50 horas de la noche! Lógicamente proteté y pedí que me pusieran en un vuelo anterior, pero me dijeron que  estaban llenos y que ese es el que me habían asignado ¡6 horas y cuarenta minutos posterior al horario original!

Nueva tarjeta de embarque para ValenciaY con bouche para que cenara en el aeropuerto, me despidieron del mostrador de facturación.

Tenía casi 7 horas de espera en el aeropuerto: las 3 de antelación con la que había llegado y las casi 4 horas de retraso del vuelo a Madrid. Así que me dispuse a buscar wifi y acomodarme con la tablet en algún rincón para ver algún programa online. No si antes comprobar que efectivamente había un vuelo a las 20:30 con destino Valencia y en el que no me habían dado plaza. El vuelo a Madrid estaba previsto que llegara sobre las 17:30 h. (en vez de 14:30 h. del horario original), osea que me daba tiempo de sobra a que me hubieran enlazado en dicho vuelo ¡porca miseria!

Pasé las horas en el aeropuerto como buenamente pude: tablet, ebook, paseos, tiendas, baño, etc… hasta que llegó el momento de tomar algo para aprovechar el bouche que me habían dado. Pero no fue nada fácil, porque en vez de darme el ticket para hacer la consumición una vez pasado todos los controles (vamos lo normal, porque no vas a esperar al último momento a pasar controles y aduanas), me lo dieron para un restaurante de fuera y yo ya estaba dentro!!! Fue al mostrador de Iberia para preguntar y me dijeron que lo sentían que aquí dentro el bouche no me servía. Pero no debía ser cierto y los restaurantes de dentro deben de estar asociado con el de fuera asignado porque al  final logré que en uno me lo aceptaran y ahí estuve otro rato sentada tomándome un sandwich y una cervecita pagada aparte porque el alcohol no entraba.

Uff! El tiempo no pasaba… y es que 6-7 horas son demasiadas horas…. Pero por fin sobre las 20:30 horas de Quito aterrizó el avión que procedía de Madrid y que es con el que regresábamos a España. Y sobre las 22 horas estábamos despegando rumbo a Guayaquil… ¡esto se iba a hacer eterno! La escala en Guayaquil después de la super espera en Quito no me pareció nada larga ni pesada, fue bajar y subir de  nuevo…. y por fin despegaba rumbo a España con unas cuantas horas de retraso. El comandante dijo que el retraso del vuelo había sido por la tormenta que había caído la mañana anterior sobre Madrid, Vaya! se excusaban en las condiciones meteorológicas, para tal vez impedir posibles reclamaciones.

El vuelo trascurrió sin incidentes y por fin sobre las 17:30 horas local en Madrid aterrizamos en Barajas… Iba directa al mostrador de Iberia para solicitar que me pusieran en lista de espera al menos en el vuelo de las 20:30 h… pero no era la única, había un millón de personas reclamando sus enlaces.

Cuando por fin me tocó a mi, me dijeron que lo sentían, que efectivamente el vuelo del as 20:30 h. estaba completo y las personas que tenían que enlazar en ese vuelo venían en hora. Y que no me podía poner en reserva porque para eso me tenían que quitar del vuelo que ya tenía asignado a las 22:5o h. Y al final me quedaría sin enlace. No me lo podía creer! Les dije que entonces me dejaran pasar a la sala VIP para esperar y descansar después del retraso y el cansancio acumulado. Me dijeron que tampoco podían hacer eso, pero me daban un bouche para un sandwich mientras esperaba. Lo siguiente fue pedir la hoja de reclamaciones y preguntar que tenía que hacer para recuperar la maleta e irme en AVE a casa. Quedaba una escasa hora para que saliera el siguiente AVE a Valencia a las 19:40 h. Era eso, u otras 4-5 horas de espera en Barajas. ¡no podía más! aunque al menos ya estaba en España.

Volé, literalmente hacia la T4 una vez pasé el control de policía. Al llegar a las cintas de recogida de equipaje volví a preguntar en otro mostrador de Iberia y me confirmaron que mi maleta había llegado y me recomendaban que primero comprara el billete de AVE y luego viniera y pedían mi equipaje y en menos de media hora lo tenía.

Busqué fuera  las oficinas del AVE. Me dijeron allí que el de las 19:40 ya no llegaba, pero el tren de las 20:10 h. podría cogerlo. El enlace  de cercanía tardaba una media hora y salía cada media hora, por lo que me recomendaban que cogiera primero la maleta y luego comprara el billete. Vuelta corriendo al interior del aeropuerto al mostrador de Iberia para pedir la maleta ya decidida a irme en AVE si o si, pero como la ley de Murphy está para lo que está…. para fastidiar, claro; en ese momento en el mostrador de Iberia hay una cola considerable de gente reclamando equipaje. ¡No podía esperar! Colándome a todos me acerqué al señor que me había atendido antes,  aunque estaba atendiendo en ese momento a una pareja… frente a las prisas y el estrés no hay educación, lo siento. Me echó la bronca, lógicamente, y me dijo que me esperara, pero cuando terminó con la pareja me atendió  y se dio cuenta que era yo y se disculpó ya que sabía de mi premura. La gente en la cola protestaba, pero mi maleta ya estaba pedida y en ese mismo momento me arrepentí de haberla solicitado.. ¿realmente iba a llegar antes a casa antes?

En fin! Ya estaba hecho. Tenía que ir a la cinta 6 y esperar una media hora. Si a las 19 horas no había salido, debería reclamarla de nuevo. ¿Donde estaba la cinta 6? efectivamente Murphy siempre se encarga de estas cosas… la última de la sala, allá donde cristo perdió el gorro y lo más alejada posible de donde estaban las escaleras de bajada al AVE. Desesperaba, impaciente agotada y no sabiendo si al final había hecho lo correcto, oí un golpetazo, me giré y era mi maleta. !Chúpate esa Murphy! Había llegado en cinco minutos!

La cogí en volandas y yo misma  volví  a salir volando, arrastrando por los pasillos una maleta de 21 Kilos y un cansancio de 24  horas.

Pero Murphy volvió a aparecer y cuando llegué al mostrador del AVE, de nuevo había cola. Al final me atendieron, pero me dijeron que efectivamente que a pesar de ser las 19 horas a las 19:40 h no iba a llegar a tiempo y que me vendieron un billete de Alvia para las 20:10 h. Pues genial, algo es algo. Pregunté que cuando salía el siguiente cercanías y me dijeron «2 minutos…. » con el billete del tren en una mano y la maleta de 21 Kilos en la otra, salí disparada a la entrada de cercanías. El tren estaba todavía en el andén, pero en la escalera mecánica que bajaba al andén estaba mi último obstáculo: una señora con una maletita de chicha y nabo (vamos que podía ir bajando andado las escaleras mecánicas sin sudar la gota gorda como yo) y tranquilamente me impide el paso. Literalmente paso por encima de la panfila señora con mi maletón a pulso y consigo subir al vagón (pedazo de escalón que tenían en el cercanía de marras) en el último microsegundo. No me lo puedo creer. Llevo una hora corriendo por todo Barajas y por fin me siento.

Cuando llegué a Atocha quedaban 7-8 minutos para que saliera el tren de las 19:40 h. ¿por que no intentar el cambio? Volando (a estas alturas del día ya estoy acostumbrada a hacerlo), me acerqué a un mostrador de AVE, por supuesto en ese no era y me dirigieron hacia abajo desde donde salen los AVEs a Valencia, allí encontré  un nuevo mostrador y pregunté si  podía hacer el cambio para el tren que salía en cinco minutos.- La chica del mostrador me dijo «huy, este billete es de un alvia», y yo le pregunté ¿Y? , pensado que igual no podía cambiar el billete por ese motivo. Pero la chica me dijo que es que tenía que abonar 2,10 € para hacer el cambio. En ese momento como si me hubiera pedido 20 euros. Como dirían en Ecuador, dale, dale, nomás…. una vez abonada la diferente, le pregunté que cuanto quedaba para cerrar puertas, y me dijo «un minuto, así que corre».

¿Correr? No, si yo ya vuelo, llevaba haciéndolo toda la tarde…

Por supuesto, de nuevo el vagón que me tocaba estaba al final del andén, pero una vez pasado el control ya empezaba a relajarme… ¿sería posible que llegase finalmente a casa a cenar? Eso si, una cena que me había costada casi 80 euros, claro, el precio del billete de AVE, pero eso, cenaría en casa, mirando el mar.

Para finalizar este maratón de más de 24 horas, el «simpático» del revisor del tren me riñó porque mi maleta no cumplía las medidas máximas permitidas en el tren y tenía que dejarla en el pasillo porque ya estaban todos los sitios de las maletas ocupados. Pero ¿no sería que al precio de oro que venden los billetes, los vagones no estaban diseñados realmente para llevar las maletas de los viajeros? Nunca hay sitio en el pequeño espacio que hay para dejar las maletas, así que eso no era culpa mía, con o sin maleta grande…

Y en el momento que arrancó el tren rumbo a Valencia y yo me senté en mi asiento, empecé a tener la sensación que realmente empezaban mis vacaciones. ¡No era para menos!

Ana

 

Buscando piso desesperadamente

Conseguir superar el jet lag, el mal de altura, recuperar las maletas perdidas, empezar a centrarte en un nuevo trabajo, ubicarte en una ciudad como Quito de más de 40 Km de longitud, decidir en que zona quieres vivir y conseguir piso en menos de una semana (que en realidad fueron 3 días), parece misión imposible y casi lo fue, pero al final lo logré, no sin cierto estrés al ver que el tiempo se echaba encima, lógicamente.

La empresa me había reservado una semana de hotel de cortesía para que buscara alojamiento. Tiempo claramente insuficiente y totalmente ilógico, pero yo tenía la misión de conseguirlo.

Mi semana en Quito empezó el lunes día 13 por la tarde, sin maletas, pero con hotel. Ese día fue totalmente inhábil en la búsqueda, claro. Bastante había tenido ese día con coger el avión por la mañana, tal y como conté en el post En el último momento y en conseguir ropa y neceser de emergencia para el día siguiente.

El martes bastante preocupación tenía con mi equipaje, pendiente de llamar al aeropuerto, conseguir una tarjeta telefónica ecuatoriana y empezar el trabajo, como para centrarme además ese día en buscar piso. Solo aproveché para hablar con varios agentes inmobiliarios para trasmitirles mis necesidades, todavía sin saber donde estaba ningún barrio, ni donde quería ubicarme.

El miércoles, empecé a arrancar viendo pisos… Por la mañana iba a visitar 4 pisos y por la tarde tenía cita con otra agente inmobiliaria para ver otros 2. Empecé por la zona cerca del parque de La Carolina y avenida República del Salvador, una zona moderna,  con dos macro centros comerciales, más o menos segura, pero totalmente anodina para mi y encima bastante alejada a pie de las oficinas donde trabajaba, unos cuarenta minutos andado entre avenidas con tráfico infernal y lleno de polución. Pero podía ser un plan B, si no encontraba nada mejor.

Buscaba piso con dos habitaciones porque iba a compartir piso con mi compañera de trabajo que venía el lunes siguiente. Por lo tanto mi primera condición  era que las habitaciones fueran similares. Y que a ser posible tuviera lavadora-secadora en el mismo y no en la zona comunal, como suele ser muy habitual. El primero lo rechacé, a pesar que tenía piscina comunitaria porque se salia del presupuesto inicial, no tenía lavadora dentro, pero sobre todo porque una habitación tenia cama de 1,50 y la otra de 90 … en fin!

20150415_115624 20150415_115609

El siguiente no me gustaban las cortinas, pero quitando esa decoración obsoleta no estaba nada mal a pesar de que no tenia la lavadora dentro, pero el salón y la cocina estaban bien y las habitaciones eran similares, además de un baño para cada habitación.

20150415_121056

El tercero, también estaba bien, amplio salón, con un estudio que podía reconvertirse en una habitación para  invitados y lo que aquí llamaban baño social… un baño para las visitas, además de los habituales para cada habitación. Eso si la lavadora-secadora era comunitaria en los bajos sociales. ¡Que manía de no ponerla en el propio apartamento!

20150415_123320

Pero tenía la sensación que me iba a ubicar en la zona equivocada, lo mismo me daba estar en Quito que en Madrid. Pues vaya. Yo quería vivir algo más auténtico a la vez que estar a gusto.

De ahí nos movimos a otra zona que también me habían recomendado…. la Gonzalez Suarez, una calle llena de restaurante y muy animada, nada anodina ni comercial como la que acababa de dejar. El salón de ese piso me encantó, con unas vistas magnificas.

20150415_131223

20150415_131419

las habitaciones super espaciosas y luminosas, eso si, con un simple visillo que por las mañanas dejaría entrar la luz al primer rayo de sol… bueno un pequeño detalle que supongo se podría solucionar.

20150415_131454

Además con su lavadora-secadora en el piso como dios manda… más o menos era lo que buscaba, pero todavía tenía a la tarde que ver 2 más y al día siguiente con esta agente uno más… pero al menos ya tenía algo que me gustaba realmente.

Los de la tarde no me encajaron. Ambos se salían de presupuesto un rato largo y de la zona de influencia al trabajo otro tanto… Los descarté enseguida.

Ya estábamos a jueves por la tarde y todavía no tenía piso, pero me quedaba ver uno más y ya decidirme si no por el González Suárez. El siguiente piso, lo rechace inmediatamente. Tenía una habitación magnifica y la otra estaba formada por un par de literas… no me servía. Pedí a la agente que me llevara a ver de nuevo la zona de González Suárez pero estaba ya casi decidida a coger ese. Pero en el destino estaba escrito que ese no iba a ser para mi. Cuando llamó la agente para reservarlo acababan de alquilarlo…ooohhhhh!!!!

Me quedaba el plan B de República del Salvador, pero me resistía a instalarme en esa zona. La agente intentó llevarme esa tarde a ver otro apartamento de una amiga, pero se confundió y acabó en otro edificio donde también alquilaban uno y los guardas del edificio le facilitaron el nombre y teléfono de la dueña, que resultó que tenía no uno si no dos en alquiler. Iríamos al día siguiente a ver uno en el barrio de La Floresta y luego a ver el más moderno que nos habíamos topado por casualidad.

El viernes de madrugada ya escribí a mi empresa para que me alargara la estancia en el hotel por si no lograba solucionar el tema esa mañana… el domingo era mi última noche en el hotel y si no me lo arreglaban el viernes antes de las 2 h. en España, no sabía donde iba a poder dormir el lunes siguiente.

Pero el piso de la Floresta estaba esperándonos. Habían sido 3 días intensos de búsqueda pero porque el destino me tenía que llevar hasta este apartamento. Cumplía todos los requisitos: habitaciones y baños similares, lavadora-secadora, limpio, moderno (dentro de los cánones del país), luminoso, con internet ya operativo, a quince minutos andado al trabajo, barrio bohemio y bonito, con multitud de pequeñas tiendas de barrio.

20150417_092026

20150417_091935

20150417_091849

20150417_091832

Y además de regalo unas magníficas vistas al Pichincha que nos saludaría cada mañana al despertar.

20150422_091550

Aún vi el último apartamento de los mismo dueños en la zona cerca de República de El Salvador, pero yo ya no quería estar en otro barrio que en La Floresta y en ese apartamento luminoso y alegre que ya vislumbraba como mi hogar para el año que tenía por delante…

El sábado firmé el contrato y anulé la reserva del hotel… ¿Quién quiere un hotel teniendo un hogar?

Ana

En el último momento

Pues llegó el día de partir rumbo a Quito.

Llegué al aeropuerto de Valencia con dos horas de antelación. Tiempo más que de sobra para poder facturar sin problemas.

valencia

O eso creía yo… En el mostrador de Iberia había una cola considerable. Todo el mundo con unos maletones impresionantes, vamos,  como yo. Claro ¿quien va a coger ya un avión a Madrid habiendo AVE? Pues solo si necesitas enlazar con otro vuelo en Barajas. Para reafirmar la ley de Murphy, había un problema en el sistema y el vuelo anterior a Madrid, el de las 9:30 h., iba con retraso.

valencia2

El mío salía a las 10:25 h. Y tenía tiempo de sobra… suponía, pero empecé a temerme que si el anterior vuelo iba con retraso el mío también lo estaría. Cuando llegó mi turno la azafata de facturación me dijo que el mío salía en hora…. Y la creí… pero no fue así. Salimos con media hora de retraso.Bueno, estaba tranquila ….todavía podía enlazar bien… y lo hubiera hecho si el avión no hubiera estado sobrevolando Madrid durante veinte minutos para que le dieran pista para aterrizar…. Y ahí empezó la carrera…

Cuando aterricé eran las 12 en punto y mi vuelo salía a las 12:35 h. Puede parecer tiempo de sobra, pero el problema de vivir en las provincias es que aterrizas en la T4 y los vuelos internacionales suelen salir de la TS4. Tenía que volar de nuevo, literalmente para llegar a la TS4.

Primero tenía que coger el trenecito que enlazaba la T4 y la TS4… Por supuesto y para seguir cumpliendo la ley de Murphy, los andenes estaban en el otro extremo de la T4 en la que yo había aterrizado. Desde luego, ya que Murphy era un sabio, cuando llegué a los andenes el tren se acababa de ir y me tocó  esperar al siguiente otros 2 minutos…

TRENECITO

No parece mucho tiempo, pero cuando me estaban indicando que para llegar a la zona de mi puerta de embarque, desde luego la más alejada de todas  (y digo zona, que no es lo mismo que puerta a la que hay que llegar después) me quedaban 23 minutos y solo tenía 20 minutos para que el vuelo despegara, pues no me salían las cuentas… En esos momentos la sudada que llevaba eran impresionante, porque además de intentar correr lo máximo posible llevaba el equipaje de mano con 10 kilitos bien aprovechados… y cuando el piso estaba horizontal pues la llevaba arrastrando con las ruedas, pero los aeropuertos están llenos de diabólicas escaleras que tienes que subir o bajar y en esos casos la llevaba en volandas para ir más rápido ¿para que un  gimnasio? Mejor pasearse por Barajas…

PUERTAS

Una vez en la TS4, todavía me quedaba pasar el control policial… Ni decir tiene que casi sin pedir permiso me salté la cola para pasarlo. El policía me miró regular y yo lo que ya no miraba era el reloj… ¿para que? Seguro que estaba fuera de tiempo.

Como no hay dos sin tres o sin cuatro, cuando llegué a la zona de la R que es la que me tocaba embarcar y empiezo a buscar mi puerta, la R14, ¿donde estaba mi puerta R14? Efectivamente, al final de la maldita TS4.

BARAJAS

En esos momentos ya caminaba lentamente… Más que nada porque no tenía más oxígeno en los pulmones y porque en el fondo intuía que el avión me esperaría ya que no llegaba más que unos minutos tarde (eso creía)… del despegue, que no del fin de embarque, que había sido ya hacía bastante rato, eso si. Fuí la última en subir al avión, por supuesto. Y en la puerta del avión me confirmaron mis temores, que yo había llegado y porque había corrido mucho, pero mis maletas eran más remolonas y que seguramente no embarcarían… como así comprobé cuando llegué a destino…. Ellas no, pero yo ya estaba en Quito y había comprobado científicamente que la ley de Murphy es cierta.

Ana

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Que te llevas para un año?

Bueno, esto puede ser superfácil o superdifícil, depende de si tienes las ideas claras o no….

Referido a ropa y demás artilugios, pues ha habido un poco de todo… Empecé con sensatez seleccionando mucho y acabe inmersa en un caos… Pero esto no era esencial… Si al final no he cogido la blusa super fashion de turno, pues me comprare una allí, eso si, con el riesgo de que sea una blusita de las que salen en los culebrones… Me las imagino con un estilo ochentero…. Pero que se le va a hacer!

Referido a que alimentos esenciales me llevaría en la maleta, lo tuve claro desde el minuto cero…. Por supuesto, el primero es el jamón serrano…. No hay alimento más cañí y español que este. La quinta esencia de nuestra gastronomía. El sabor de sabores.  Si no existiera el jamón serrano habría que inventarlo…. En estas semanas además me he pegado un panzada a comer jamón para llevármelo «puesto», que no ha sido normal. Buenísimo.

El siguiente producto del que no he dudado en echarme a la maleta ha sido una botellita de aceite de oliva…. Tampoco podría vivir sin él… ¿Como comer una ensalada, un tomate, unas verduras asadas, sin este líquido de oro? Este también es la quintaesencia del sabor español. Y combina en un pan tostado o sin tostar jamón y aceite y ya vas directa al paraíso.

Y Mi última elección para atravesar el charco ha sido el pimentón de la vera…. Esto ya ha sido un poco snob, lo reconozco, ya que allí seguro que tienen sus condimentos, que serán tan buenos o más que los nuestros, pero es que cualquier guisote que haga que le eche una pizca de pimentón le dará un toque a guiso de toda la vida, el de la abuela que también te transportará al paraíso. Para no sobrepasar el peso con las maletas, he tenido que sacar cosas de las mismas: camisetas, pijama,  champú, gel, linterna, etc…. Pero nunca, nunca, nunca se me pasó por la cabeza quitar mis tres alimentos esenciales, para reducir peso y volumen, of course.

Ana

 

Haciendo la maleta

Que difícil es hacer una maleta para un año. Bueno para un mes también lo tendría difícil, pero al estar más limitada en el tiempo creo que entran en liza menos «por si acaso».

Pero he tenido suerte. En el viaje inicial puedo facturar dos maletas además de llevar una maleta de cabina. Esa es la buena noticia. La mala es que son 3 maletas y yo solo tengo 2 manos, pero bueno ese es un pequeño detalle que intentaré resolver cuando llegué al aeropuerto de Quito cogiendo un carro de esos que pululan por los aeropuertos y a los cuales nunca presto atención.

El primer problema con el que me enfrento a la hora de hacer las maletas es que no tengo maletas, jejeje. Tengo un bolso de viaje y una maleta de cabina, pero «algo» para meter 23 Kg de abalorios (ropas, cremas, zapatos, etc.) y con cierto volumen, no. Así que mi primer paso preparatorio para este viaje fue pasar por un bazar chino y adquirir no una, sino dos maletas de tamaño suficiente para llevarlas a la otra parte del mundo.

maleta2

maleta1

No me importó que no fueran muy buenas, porque mi idea es simplemente que al menos lleguen a destino y regresen dentro de un año. Esos maletones no creo que los mueva en los viajes intermedios, para eso lleva la de cabina y un bolso plegable del centro comercial donde todo el mundo va a comprarse prendas deportivas aunque no practique ningún deporte…. pero ¡venden  cosas tan útiles, sobre todo para los viajes…!

Y ese fue mi segundo destino para intentar encauzar las maletas cuando empecé a llenarla y ver que se estaban convirtiendo en un monstruo….comprarme unas fundas organizativas para ropa en dicho centro comercial del deporte para la gente que no hace deporte. Así puedo agrupar la ropa por la temática que quiera… manga larga, manga corta, de sport, de más vestir, ropa interior, etc…

organizador

Hace unos años ya publique un post de como organizar una maleta de viaje en «No me cabe nada en la maleta», así que estoy todavía en plena faena… todavía me queda una semana para cambiar de parecer veinte mil veces sobre que es  lo que va a ir dentro de ellas o se queda finalmente fuera.

En cualquier caso, esto es un suma y sigue… cremas, cargadores, medicamentos y ni hablo ya de los aparatos electrónicos…..Menos mal que tengo un peso de maleta, así podré controlar no sobrepasar los 23 Kg de cada una, y sobre todo, podré controlar cuanto jamón serrano puedo llevarme finalmente, jejeje…. ¡como no! 🙂

bascula

Ana

Un año por delante…

Todavía no se muy bien como ha ocurrido, pero me encuentro estos días inmersa en un proceso de traslado para vivir durante un año en Quito, Ecuador por temas de trabajo. Una nueva experiencia profesional que se presenta ante mi y una oportunidad personal que seguro que será enriquecedora.

sudamericaa

Independientemente que siga alimentando con otros viajes mi blog Cuando el mundo se hace grande, me gustaría compartir mi experiencia personal de este año en Quito en un nuevo blog. Este viaje personal tiene un principio y fin muy definido y su duración será un año. Se vive muy bien en mi ciudad y aquí tengo mi vida, nada más lejos de mi pensamiento alejarme de ella. Esto es solo un paréntesis en mi vida actual.

ecuador01

Todo ha ido de forma vertiginosa estas últimas semanas, y a pesar de mi  experiencia viajera anterior, esta preparación no tiene nada que ver…. empezando por todas las gestiones relacionadas con el traslado y terminando por la maleta; o mejor dicho por las maletas: 3. Si, si 3 maletas y solo tengo 2 manos, soy consciente de ello, pero ya me enfrentaré a ese problema cuando esté en el aeropuerto de Quito. El billete me permite llevar dos maletas en bodega y otra maleta más en cabina. Un año es un año y hay mucho que llevar (lo imprescindible y necesario y el «por si acaso»): empezando por la ropa (complicada elección), pasando por todo el aparataje electrónico (móvil, tablet, mp3, cámara…) y terminando por un par de paquetes al vacío de jamón serrano… ¿que haré cuando se me acabe allí? ¡Por favor, visitas… echaros algún pack al fondo de la maleta si venís a verme!

Nos vemos en Quito!

Ana